El conjunto mural del Palacio de Zolina estaba representado, antes del arranque de las pinturas, en varias estancias con la siguiente descripción:

La primera estancia, la más grande, conserva un conjunto que combina varios tipos de decoración. Por un lado, una falsa arquitectura en la que observamos una hornacina avenerada y dos pilastras adosadas en las cuales encontramos una decoración con grutescos. Este tipo de decoración es típica del renacimiento y se puso de moda tras el descubrimiento de la Domus Aurea del emperador Nerón en Roma. Este tipo de hornacinas solían albergar vírgenes con niño, santos o escenas religiosas.
Además de la decoración de grutescos, vemos dos retratos de perfil enfrentados rematando cada una de las dos pilastras. Podrían pertenecer a los promotores de las pinturas, los dueños del palacio o algún antepasado familiar importante. Por el tipo de retrato, nada idealizado, no parecen ser alegorías o representaciones de dioses como en otros casos. En el centro, aunque muy deteriorado, hallamos el cuerpo de un animal al que le faltan las extremidades y la cabeza.
La segunda estancia alberga un fragmento en color con una figura de un monarca a las puertas de una ciudad fortificada. Se conserva solo la parte del torso y la mano del rey. Por las facciones del rostro, el estilo de la barba, la indumentaria y los complementos a la misma cabe aventurar que se trata de la representación de Carlos V ataviado con manto de armiño y un colgante en el pecho con un gran collar que bien podría ser o que parece ser, el toisón de oro, símbolos que utilizaba muy frecuentemente Carlos V en sus representaciones imperiales. La ciudad amurallada podría representar a Pamplona.
El deterioro de la pintura y su fragmentación, dificultan mucho la interpretación de esta interesante y enigmática escena, pero quizás como hipótesis de trabajo se podría barajar el interés del titular del palacio en representar la estancia del emperador en Pamplona a finales de 1523 y que tuvo como objetivo el perdón de los rebeldes agramonteses.

El linaje de Garro en un principio fue partidario del Príncipe de Viana, pasó durante la contienda civil al bando agramontés y fue premiado en 1455 por el rey Juan II instaurando el vizcondado de Zolina a favor de Leonel de Garro. Como consecuencia de este nombramiento, el titular del palacio sería un ferviente agramontés que participó en las campañas de recuperación del trono de Navarra del lado de las tropas navarro-francesas. Se desconoce el autor material y la fecha de ejecución, pero parece razonable pensar que el autor intelectual de la escena, el titular del vizcondado de Zolina, mostrase especial interés en dejar constancia en su palacio de este momento histórico, el viaje del emperador a Navarra y el perdón de los rebeldes. Será interesante ahondar en el estudio de esta escena para tratar de averiguar la intencionalidad del titular.
La tercera estancia conserva una decoración parecida a la de la primera estancia con grutescos en tonos pardos recorriendo un perímetro. Esta sala tiene un gran interés también por los grafitos en la propia pintura y por tener también gran cantidad de mortero medieval, que también formarán parte del estudio de conjunto.
La última estancia es también una de las más interesantes. Pasamos de las escenas de plano color a la grisalla. En esta pared se pueden definir dos escenas perfectamente:
La primera cuenta con una iconografía muy utilizada, por lo tanto, fácilmente reconocible como es la escena de Judith metiendo la cabeza de Holofernes en una bolsa tras haberlo embriagado y decapitado (Judith XIII, 8). Junto a ella, su criada le ayuda. Entre las xilografías de la primera mitad del siglo XVI se encuentran paralelos contemporáneos que ayudan a la datación de la obra. En 1525 Holbein el joven ilustró una biblia de la cual se sacaron los modelos para las pinturas que nos ocupan. Este grabado no sirvió solamente para la decoración de este palacio, si no que se pueden encontrar obras sobre lienzo en las que se ve claramente la influencia de la iconografía de Holbein y que incluso acerca al texto que recorre la pared.
La siguiente escena representa a José lanzado al pozo (Génesis XXVII, 25). Esta bastante más deteriorada y fragmentada que la anterior, pero se pueden reconocer los personajes principales. También tomada de xilografías contemporáneas permite desterrar algunas interpretaciones de relacionadas con escenas bélicas de la batalla de Noain.
Se trata de un importante e interesante conjunto de pintura mural renacentista, uno de los tres únicos de pintura civil conservados en Navarra.
El Ayuntamiento de Aranguren se ha comprometido a acondicionar un espacio adecuado para la exposición pública de las pinturas, dotado de las medidas de conservación y seguridad adecuadas para su protección y para el disfrute de la ciudadanía de esta interesante colección pictórica.